Donald Trump, un magnate sin suerte en los casinos

Empresario inmobiliario, inversor, creador de formatos de televisión y personalidad de la pequeña pantalla, propietario de concursos de belleza, magnate de casinos y presidente de los Estados Unidos… ¡A Donald Trump no hay sector que se le resista!, ¿o quizás sí? El republicano puede presumir de haber triunfado en distintos ámbitos profesionales, pero su incursión en el mundo del juego en Atlantic City fue de todo menos exitosa. En las próximas líneas te contamos cómo la aventura con los casinos del expresidente americano acabó destruyéndose literalmente.

La fundación Trump Entertainment Resort y sus primeros pasos

Puesta en marcha a principio de los años ochenta para construir y operar hoteles con casino, la compañía abrió su primer establecimiento en 1984 bajo el nombre de Trump Plaza. El complejo se construyó en Atlantic City, en el estado de Nueva Jersey y contaba con 906 habitaciones, 7 restaurantes, gimnasio, sala de exposiciones y un imponente casino repleto de todos los lujos imaginables.

A los pocos meses de su apertura, el casino ya era uno de los que más beneficios reportaban en la ciudad, hecho que animó al empresario a aumentar el negocio con el levantamiento de dos nuevos casinos en Atlantic City, llegando el Trump Castle en 1985 y el Taj Mahal en 1990. Como curiosidad y si eres aficionad@ de la lucha libre, quizás recuerdes al Plaza por ser el escenario de los programas de Wrestling tan famosos a finales de los años ochenta y principios de los 90.

La segunda de las inversiones de Trump fue resultado de un cúmulo de circunstancias, ya que el hotel, construido por Hilton Hoteles con un presupuesto de 275 millones de dólares, fue vendido a Trump Entertainment Resort tras no conseguir la licencia de juego. Bajo la gerencia de su entonces esposa Ivana y a pesar de que ella no tenía ninguna experiencia en el sector hotelero o del juego, este vivió los años dorados de su mano, siendo un auténtico símbolo de lujo y glamur. Incluso llegó a convertirse en un improvisado plató de televisión para acoger las grabaciones del concurso Trump Card emitido en Estados Unidos.

Por su parte, el Taj Mahal, considerado como la joya de la corona del imperio Trump, recibía a sus primeros clientes en 1990 después de finalizar la construcción que costó unos 1.000 millones de dólares. El casino acogía mesas de juego de póker, baccarat, ruletas y tragaperras en sus más de 11.000 m2 y en el resort se podía disfrutar de hasta media docena de restaurantes, siendo el Hard Rock Café uno de ellos. Era el más grande y lujoso del mundo en la época y la ceremonia de apertura se celebró por todo lo alto, encontrándose entre los asistentes el rey del pop Michael Jackson.

La caída del imperio

Fue durante la crisis económica de 1992 cuando surgieron los primeros problemas para Trump y sus casinos. Esto, sumado a distintas polémicas sobre la financiación y deudas de la empresa, marcaría su destino.

La propia competencia del Taj Mahal dañó profundamente al Trump Plaza con su llegada, provocando que este último sufriese una fuerte disminución de los ingresos, teniendo que refinanciar su deuda mediante los conocidos como bonos basura. El hecho, sumado al desastroso estado de la economía mundial en el 92, hizo que el primer casino en Atlantic City de Trump presentase un plan de quiebra, aunque tiempo después saldría airoso de la situación llegando a llevar a cabo distintas ampliaciones en las instalaciones. Ya en 2008, debido a una nueva crisis económica y al auge de las apuestas y el casino online, el Plaza no pudo evitar la ruina y fue vendido en 2009, siendo su cierre definitivo una realidad en 2014.

Tampoco corrió mejor suerte el Trump Castle, que igualmente azotado por los factores económicos ocurridos en el 92, después de varias multas por préstamos considerados fuera de la legalidad y fallidas intentonas de venta, cambió su nombre por Trump Marina en 1997 después de una quiebra para ser vendido finalmente en 2011. En la actualidad pertenece a la compañía Landry’s Inc. y opera bajo el nombre de Golden Nugget Atlantic City.

El casino Taj Mahal no tuvo más suerte que sus hermanos, ya que, al borde de la bancarrota y siendo relacionado con distintas mafias, también fue víctima de la situación económica mundial un par de años después de su apertura. Fueron varias las empresas del antiguo presidente de EE. UU. las que tuvieron la titularidad del resort, pero después de proclamarse como el casino más taquillero de la zona hasta 2003, la decadencia llegó tras declararse en ruina con la consiguiente huelga organizada por los trabajadores afectados. Fue vendido a Hard Rock International en 2017 y reabrió bajo la marca Hard Rock Hotel and Casino Atlantic City.

La demolición del Trump Plaza

La demolición del que fuera casino de Donald Trump en febrero de 2021 causó una gran sensación a nivel mundial y nadie que se encontrase cerca del lugar quiso perdérselo. Para muchos, la detonación programada del edificio no fue más que la simbolización de la pérdida de poder del hasta hace poco presidente de los Estados Unidos de América y aunque desde hace años era propiedad del multimillonario Carl C. Icahn, que financió su campaña política, ver como caía la marca Trump, que todavía seguía presente en la fachada, fue la atracción del día. Tanta fue la expectación que incluso se llegó a proponer una subasta para que aquel que quisiera accionar el detonador pagase por ello y la recaudación fuese destinada a una organización benéfica. Tras la explosión, una ola de polvo y los aplausos de los asistentes inundaron los miles de metros cuadrados del solar en el que se alojó el Trump Plaza.

Como en cualquier otro ámbito o sector, en la historia de los casinos hay luces y sombras, siendo esta un claro ejemplo de suerte fallida. La única manera para acertar siempre con el juego es jugando con responsabilidad, por este motivo, si vas a jugar en el casino, hazlo adoptando medidas que garanticen la seguridad.